Son terminologías que se utilizan básicamente para referirse a algunas ciudades que han orientado su tejido económico a productos y servicios que requieren alto valor agregado y de conocimiento.
Estas ciudades se han convertido en un claro ejemplo para otras, ya que gracias a esta orientación se han transformado en centros de competitividad mundial y han contribuido a confirmar la hipótesis de que hoy en día son más competitivas las ciudades y las regiones a través de redes, que los países.
En estas ciudades se ha articulado una sociedad con tres actores fundamentales que parten de un propósito común: participar en el desarrollo de una economía basada en el aprendizaje continuo de las transformaciones que operan en el orden nacional e internacional, en los ámbitos políticos, económicos, técnicos, científicos y culturales para construir directrices claras que apunten a generar riqueza y calidad de vida, a través de la identificación y orientación del talento humano, cadenas de soporte, conectividad, consolidación de las redes para la innovación, una red de incubadoras de empresas y una red de capital.
Algunas de las ciudades catalogadas como “ciudades del conocimiento” son:
AUSTIN, Texas. Estados Unidos
BANGALORE. India
BOISE, Idaho. Estados Unidos
BOSTON Massachusetts. Estados Unidos
CAMBRIDGE, Inglaterra.
CHAMPAIGNE URBANA. Francia
EVORA, Portugal
Región de EMILIA ROMAGNIA. Italia
DUBLÍN, Irlanda
FARO, Portugal
HASTEFFEN, Alemania
NUEVA HAMBURGO, Brasil
SAILKOT, Pakistán
SALT LAKE CITY, Estados Unidos
SEATTLE, WASH, Estados Unidos
SOFHIA-ANTIPOLIS, Francia
TEL AVIV, Israel
UMBRÍA, Italia
O WASHINGTON en Estados Unidos.
Sin embargo, como iremos viendo, no todas ellas han sabido consolidar un modelo que se ajuste a los retos que se nos presentan en el nuevo contexto mundial.
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